Las imágenes han formado históricamente parte de la actividad antropológica. La fotografía, el cine y la ilustración, lo mapas y los gráficos han formado parte de los modos de indagación de la disciplina y de su producción de conocimiento. Si atendemos a la historia de nuestra disciplina veremos que la imagen ha formado siempre parte de la producción de conocimiento antropológico. De manera que como plantea la antropóloga Anna Grimshaw podríamos decir que: “anthropology can be “seen” as a project of visual imagination, rather than “read” as a particular kind of literature” (Grimshaw 78). Si Bronislaw Malinowski nos deleita con fotografías sutiles de su trabajo de campo, Edward E. Evans-Pritchard nos sorprende con un extensísimo registro de más de 3.000 fotografías que proceden de su trabajo de campo con los azande y los nuer.
El museo cuenta además con las grabaciones de sonido de Evans-Pritchard, disponibles libremente en la web: https://soundcloud.com/pittriversound-1/sets/zande-field-recordings-made-in
Décadas antes incluso, a finales del siglo XIX, ya en los primeros momentos del desarrollo de la etnografía moderna la Expedición de Cambridge al Estrecho de Torres (ver recuadro) utilizará todo tipo de tecnologías visuales en el trabajo de campo que realizan, incluso utilizarán cámaras de cine que acaban de ser inventadas (puede verse aquí un fragmento de las grabaciones que realizaron).
La estrecha relación entre la antropología y la imagen ha sido, sin embargo, invisibilizada e ignorada, según Elizabeth Edwards. La antropología ha relegado a un segundo plano la extensa presencia de imágenes que han elaborado los antropólogos: fotografías, vídeos, ilustraciones… la imagen es parte integral de la historia de la antropología. Más aún, algunos antropólogos visuales como Lucien Castaing-Taylor, criticarán esa desatención y sospecha que la antropología ha mantenido hacia lo visual para decir que la antropología es una disciplina afectada por lo que llama ‘iconofobia’: un rechazo a la imagen basado en la idea de que esta no resulta fiable, que está en general sujeta a la interpretación y, por lo tanto, es difícil fijar su significado.
Los antropólogos, y las antropólogas, como vemos, se han interesado desde siempre por las imágenes, han producido imágenes como parte de sus investigaciones (sus dibujos y diagramas) y las han utilizado para representar el conocimiento antropológico. A lo largo de la historia, como veremos más adelante, la imagen ha sido entendida de manera diversa y ha servido propósitos distintos, en esta sesión nos referiremos a tres articulaciones de lo visual dentro de la antropología: lo visual como dato, como forma de representación y como modo de indagación. Son tres modos distintos de relacionarse con la imagen y lo visual. Cada uno de esos modos emerge en distintos momentos históricos y (de manera algo simplificada) diremos que están asociados a formatos específicos de la imagen. De manera sintética nos encontramos con un primer momento en el que la fotografía se considera eminentemente como un dato objetivo, un segundo momento en el que el desarrollo del cine etnográfico hace de la imagen (en este caso el cine) un medio de representación del conocimiento antropológico y, finalmente, un giro intensificado con la multimodalidad que reconoce de manera explícita en lo visual un modo de indagación distintivo. Esta es una clasificación heurística y no excluyente, eso significa que esa clasificación histórica señala momentos en los que se han hecho explícitas determinadas dimensiones de la imagen, es decir, la imagen siempre comporta esas tres dimensiones, aunque estas se hayan reconocido en diversos momentos históricos.
La época de la fotografía: la imagen como dato
Los antropólogos, y antropólogas, usarán la imagen (y otros medios) desde el mismo momento de su invención. Lo harán considerando que la fotografía es un medio para producción de evidencias, una tecnología para producir datos objetivos. Se reconoce en la foto un realismo y transparencia que dotan de autoridad al relato etnográfico. Nos encontramos que la fotografía es utilizada por antropólogos de manera extensa desde finales del siglo XIX. Durante varias décadas su uso estará ligado a las teorías evolucionistas de la época (desde 1880 a 1920 aproximadamente). Durante esta primera época serán muy habituales las imágenes a partir de poses o intervenciones, es decir, el antropólogo no hace fotos en situaciones naturales sino en el estudio, pidiendo a las personas fotografiadas (como aparece en la imagen) que posen de una determinada manera e incluso que se vistan de cierta forma. El interés por el arte y la cultura material de los evolucionistas lleva a un uso extenso de la fotografía, pero posteriormente, con el interés sobre objetos teóricos abstractos (como el parentesco, la economía, etc.) el uso de la fotografía queda arrinconado, a ello se suma la dificultad (a causa de su coste) para incluirlas en libros. Esta es una de las razones por las cuales son muchos los que sitúan a la antropología visual como un desarrollo de la segunda mitad del siglo XX.
Quienes usaban la fotografía trataban de documentar todo aquello que observaban. La fotografía se entendía entonces como una forma de registro objetivo, un mero dato empírico. En muchas ocasiones, los materiales audiovisuales estaban al servicio de las teorías del momento, por ejemplo, la reproducción de estereotipos que pretendían preservar las últimas imágenes de culturas en desaparición (como hemos visto en el caso de Deacon) o el registro de imágenes que proporcionaban información biométrica. La elaboración de lo que se llamaban ‘tipos’ era muy habitual. Los tipos estaban fundados en la idea de la permanencia de elementos fisiológicos en distintas etnias y pueblos. Bastaba con tomar la fotografía o hacer un dibujo de un individuo para ilustrar al resto. Pecaban entonces de un realismo ingenuo que no reconocía la naturaleza construida de las imágenes y lo sesgos culturales de nuestra forma de ver, como discutiremos más adelante.
El cine etnográfico: lo visual como representación
Si la fotografía es el formato visual más habitual en la antropología hasta la segunda mitad del siglo XX, a partir de la Segunda Guerra Mundial se produce un giro hacia el formato fílmico. La tecnología cinematográfica se ha desarrollado (cámaras más ligeras, capaces de grabar sonido, etc.) y los leguajes fílmicos (por ejemplo, el desarrollo del realismo) animan a los antropólogos a hacer uso del cine. Al cambiar de formato se transforma también la concepción que se tiene de lo visual (y su relación con la teoría antropológica) y comienza a redefinirse la posición institucional que tiene dentro de la disciplina el uso de la imagen. La antropología, en realidad, siempre ha hecho uso del cine, de manera muy precoz Félix-Louis Regnault utilizó grabaciones para investigar el comportamiento humano que mostró en la exposición universal de París en 1896, y solo un año (1897) después Alfred Cort Haddon realizó grabaciones en la expedición del Estrecho de Torres. Más aún, una de las películas pioneras que explora las posibilidades del cine para dar cuenta de otras culturas es ‘Nanook el esquimal’, realizada mucho tiempo antes, en la década de los veinte por Robert Flaherty, pero a pesar de estas experiencias precoces, no será hasta la década de los 70 cuando se desarrolle el cine etnográfico. Dedicaremos varios temas al cine etnográfico, así que adelanto solo algunos aspectos básicos.
Durante buena parte del siglo XX, lo visual no es teorizado y no forma parte del proceso de la producción de teoría antropológica, como he señalado. Más aún, no se reconoce que la fotografía sea un medio a través del cual se pueda producir teoría, se considera que la única capacidad que tiene lo visual es la producir datos, una forma de registro de tal forma que las imágenes simplemente pueden servir de ilustraciones del texto. El desarrollo del formato fílmico hace que todo esto comience a cambiar pues (1) se desarrolla la teorización de lo visual, (2) se reconoce su capacidad para contribuir al conocimiento antropológico y (3) la imagen se torna en autónoma del texto a través de la película etnográfica. Si la fotografía antes siempre acompañaba a un texto al que estaba subordinada, con la producción de películas antropológicas emerge un objeto visual que es autónomo y que no está sometido a un texto.
El formato fílmico que se desarrolla en la antropología está dominado por un género específico, lo que se llamará la película etnográfica. Este será el paradigma de la antropología visual durante la segunda mitad del siglo XX hasta el punto de que durante muchas décadas la antropología visual es identificada completamente con la película etnográfica. Es importante insistir en que la película etnográfica es un género documental específico, hay otros géneros producidos por antropólogos que no caen dentro de la película etnográfica. Y ¿qué es lo que caracteriza a este género? Pues eso no está del todo claro. Jay Ruby solventa el asunto de manera sencilla diciendo que la película etnográfica es aquella hecha por antropólogos para antropólogos. Sin embargom su caracterización es más compleja, como ahora se desarrolla.
La invención multimodal
La extensión de las tecnologías digitales y el desarrollo de nuevas sensibilidades antropológicas producirá un nuevo giro dentro de la antropología visual con el cambio de siglo. Toda una serie de experimentos se han desarrollado en los que se exploran formas diversas de registro, representación e indagación. Nos encontramos con plataformas web, registros gráficos en cómic, géneros performativos y teatrales… vemos proliferar en tiempos recientes etnografías que abandonan su apego por la monografía textual como forma paradigmática y producto final para internarse en la exploración de otros registros multimodales y formas experimentales.
La antropología ha consagrado la escritura como la práctica paradigmática para su producción y circulación de conocimiento. Hacer etnografía es escribir, durante el trabajo de campo y posteriormente cuando este ha finalizado. Pero sabemos también que lo visual siempre ha formado parte de la antropología, esa sensibilidad ha dado paso en tiempos recientes a otros formatos de representación, géneros estéticos, lenguajes visuales, intervenciones y todo tipo de experimentos etnográficos que exploran otros registros multimodales y formas experimentales, es lo que se han llamado antropologías multimodales.
Ceremonia de la lluvia Arrente en Alice Springs, Central Australia, imagen de Spencer Baldwin (c. 1895-1900).